Las sierras de Javalambre y el Maestrazgo y las llanuras desérticas del norte de Teruel, los escenarios.
Hace unas semanas mi pareja y yo nos tomamos unos días de vacaciones -lo que supone que no haya vídeo- y nos fuimos a disfrutar de la naturaleza. Ibamos a hacer la ruta Transteruel, que originalmente empieza y termina en Alcañiz, pero que al ser circular puedes incorporarte donde quieras. Nosotros lo hicimos en Riodeva, el punto más al Sur de la ruta y más cercano a nuestro origen, a unos 320 kilómetros del punto de partida. ¿Cuánto se puede tardar en hacer 320 kilómetros? Nosotros lo hicimos en 20 horas. De ahí las cifras entre paréntesis del comienzo del párrafo. La razón de tanto retraso es sencilla: salir de Madrid, atravesar todo Cuenca y llegar a 100 kilometros de Teruel, SIN tocar ni una autopista es muy, pero que muy, complicado. Nosotros lo conseguimos, pero saliendo a las 5 de la tarde la primera noche la tuvimos que hacer en un pinar al poco de salir de la Comunidad Autónoma de Madrid.
...en un pinar, pero con buenas vistas al sur.
Hacia la una del día siguiente llegamos al punto elegido para incorporarnos a la ruta. En este punto, y no antes reseteé el contador del TH 4xe con el fin de comprobar cuantos kilómetros podría hacer en funcionamiento eléctrico circulando por pistas. Al final ira el dato, que es, como poco sorprendente.
Riodeva está a los pies de la sierra de Javalambre. Tierra dura donde las haya, fría y de alturas y valles profundos. La pista es buena, ancha, pero muy pedregosa.
Tras pequeño paseo por el nacimiento del Deva y comida ligera, continuamos la ascensión a Javalambre. Esta sierra y sus paisajes son de los más agrestes de España. El viento constante, el suelo de pizarra, la ausencia de llanos le otorgan tanta belleza como dureza. Pero todo ello también hace que ni en agosto te cruces con un alma, a excepción de tres pastores, y que el lugar sea idóneo para la instalación de un observatorio espacial. HAce 15 años estuve trabajando por la zona en un tema relacionado con la Guerra Civil y recordaba los paisajes perfectamente por la impresión que me causaron.
Primeros kilómetros de ruta con Riodeva al fondo.
Una vez que te mueves por cumbres, sobre los 2000 metros, tendimos a olvidarnos del mapa y hacer un poco de navegación visual y con la brújula del coche. El observatorio espacial, la estación de esquí y un par de hitos como referencia. Si, dimos vueltas, pero nos facilitó llegar a puntos increíbles.
El viento se hacía cada vez más intenso y las temperaturas bajaban a pesar de ser Agosto. El tiempo volaba y nos lanzamos a buscar un sitio donde acampar. Una pequeña vaguada nos cobijó del viento lo suficiente como para optar por pasar allí la noche.
Y durante la noche pasó algo bastante sorprendente. He visto a muchos zorros y los he visto cazando, defendiendo su territorio, jugando, con cachorros, tiñosos, jóvenes y adultos, pero nunca jamas uno se había pasado más de 10 minutos ladrándome a menos de diez metros. Pasado ese tiempo, se alejó mientras seguía protestando por nuestra presencia. Un par de mochuelos ponían también de su aprte a la banda sonora.
Los impresionantes paisajes de las cumbres de Javalambre.
Sierra de Javalambre y observatorio espacial al fondo.
Dispuestos a comernos Teruel.
1ª Noche en la ruta.
2º Día.
Mientras apuraba el te del desayuno veía un rebaño de oveja y cabra bajando por una colina al fondo de la vaguada, a unos tres kilómetros. El, sin duda, pastor manejaba una pickup que al bajar por el camino a la izquierda de la colina se le veía ir especialmente despacio. Para cuando Antonio, que así se llamaba el jovencísimo pastor, estaba a a nuestra altura, nos comentó que el camino que teníamos por delante había sufrido mucho con las tormentas de final de junio y que no nos lo recomendaba. Que hacía dos días el mismo había rajado una de sus falken y que con su amigo (con el que más tarde iba a tomar unos huevos con morcilla en un aprisco) tardaron más de 4 horas en cambiarla dada la inmclinación del terreno. Nos dió una alternativa para salir por una larga pista hasta Sarrión. Aún así, nosotros intentamos una terdcera vía dejando la montaña a nuestra izquierda. Antes de adentrarnos en una angosta garganta, en una paridera cercana a nuestra pernocta vimos al mochuelo que nos alegró la noche.
La garganta, con algunas trialeras curiosas pero no difíciles, salvo cuando el agua hacía su aparición, terminaba en un valle de altura, en apariencia cerrado, que hacía las veces de grandísimo corral. El suelo, de hierba fresca y fango pisoteado por las numerosas vacas era suficientemente disuasorio para lanzarse a lo desconocido en espera de encontrar una salida. Media vuelta y a la salida del cañón supimos que las vacas eran la de del colega de Antonio -el de los huevos con morcilla- y allí estaban los dos. Los carea del amigo de Antonio manejaban a las vacas como si fueran ovejas, y los cinco perros movían el ganado con asombrosa precisión y rapidez. Un espectáculo. Tras un rato de charla, optamos finalmente por ir para Sarrión. Una vez en el pueblo respostamos gasolina (hay muy pocas opciones de llenar deposito en Teruel, así que siempre hay que rellenar), cargamos agua, compramos algo de comida e iniciamos ruta. La pista iba endureciéndose cada vez más. Llegamos a un enorme canchal por el que apenas se podía entreveer la pista. De allí salimos por una larguisima rampa descendente de lajas afiladas de piedra con las consabidas rieras. Solo dabamos gracias a que eso fuese cuesta abajo y no de subida. Recordaba que recogiendo info sobre la ruta, un Grancherokee preparado hasta las trancas había reventado la dirección en este tramo.... circulando despacio. La tortura terminó cuando la arena de rio empezó a tomar el protagonismo y los pinos limitaban el camino. Siempre divertida la arena... hasta que frente a ti aparece un hundimiento de la pista de unos 80 centímetros de profundidad y dos pinos han caido encima a causa del corrimiento. Un autentico e irremediable bloqueo de pista. Media vuelta y si: canchal para arriba. Mi compañera, mientras tanto buscaba alternativas. Había dos: carretera de tercera (unos 25 kilómetros) o una pista paralela a un rio. Pista paralela al rio. Que frescor. Enter álamos y chopos una pista fácil que cada vez se iba haciendo mas angosta. Y un poco más, y ya van los retorvisores plegados. Y derepente, cuando desesperabamos, el camino se amplió hasta hacer una pequeña rotonda tapizada de hierba y con un gran ólmo en el centro. ¿Alegría? no: ese espacio era para dar la vuelta ya que el rio se pegaba a la montaña de roca y el camino terminaba. Media vuelta y ya manejando la idea de quedarnos en algún claro dentro de las choperas a dormir.
Cuando las pistas se estrechan.
La opción carretera era la única. Rubielos de Mora, Mora de Rubielos (con parada de la Guardia Civil para echar un vistazo al caracolillo) y por fin retomamos pista para llegar a un lugar de acampada sugerido.
El ritual de montar la tienda
3er Día.
Fuet, algo dulce y te ahumado: fuerza para toda la mañana. Y siempre con vistas apabullantes.
La ruta se adentraba en el Maestrazgo. Que locura de espacio. ¡Y que verde es Teruel incluso en agosto! El firme sigue siendo guijarro y los ascensos y descensos se recrucenden. Toda la mañana salvando unos desniveles de más de mil metros. Toda la serranía salpicada de magníficas masías abandonadas que hablan de tiempos más duros pero cuando las montañas rebosaban de vida humana. Ahora rebosan de vida silvestre. En una charca seca cerca a la masía de la foto pude ver huellas de zorro, comadreja, un mustelido mediano, cuervo, una rapaz y un fantástico, precioso y escasisimo gato montes.
La tristeza de las preciosas construcciones en abandono
"Me parece haber visto un lindo gatito... montés"
La ruta continuaba con continuas rampas y por lugares maravillosos, pero por pistas fantásticas a un que pedregosas. Quizá el día que más paradas breves hicimos para admirar el paisaje.
Lo último que necesita la amortiguación son mis 80 kilos en canal sobre el tren trasero.
Y si te aparecen mallos a cada paso el paisaje se hace inconmensurable
Tras vadear un riachuelo nos incorporamos a una pista mucho mas civilizada que pronto desembocaría en un merendero bastante poblado. Hora de comer... pero.... demasiada gente. Sin pararnos seguimos el track, que nos saca de la pista principal a mitad del merendero. A la izquierda 5 o 6 conductores de todoterrenos medianos y SUV nos miran y dejan la mesa para mirar a ver por dónde nos metemos. Medio minuto más tarde ya sabíamos la razón: ante nosotros una rampa de apenas 200 metros que tardamos en subir 40 minutos por las afloraciones rocosas. Todo un ejercicio de guiado de mi compañera, que fue la que hizo la parte difícil. El 4Xe me descubrió entonces que el par del motor electrico trasero hace las funciones de reductora, ya que al entregarlo todo desde cero puedes estar a tan solo 1500 vueltas del gasolina pero con el electrico regalandote el par de sus 60 caballos. Sin acelerones y de manera uniforme (dentro de lo posible, claro) pachín pachán, subimos la trialera. Sin duda la parte difícil del camino.
En el siguiente vallejo, otro arroyo no brindó la posibilidad de comer a solas (ensalada de tomate con ventresca de bonito ahumada en casa), darnos un bañito y luego fotografiar una buena cantidad de magníficas libélulas.
¿Qué tendrá en el ojete esta libelula para que la llamasen calopteryx haemorrhoidalis
SINQUERER HE PUBLICADO ESTA HISTORIA, ASÍ QUE TENDRÁ QUE HABER UNA SEGUNDA PARTE.